Ayer caminando por Viña, un mechoneado me pide una moneda y evitando respirar la hediondez que expelía, le pregunté, mientras buscaba mi gato-monedero, cuánto tenía que juntar.

“diez lucas”, dijo
“¡Diez lucas!”, repetí al borde de la escandalización. Le extendí unas monedas y después de recibir sus agradecimientos, seguí caminando mientras pensaba “¡¿diez lucas?! Too much o no?”